martes, 8 de diciembre de 2009

Ajinomoto

La noticia de que te casabas y de tu compromiso me causo felicidad, por ti claro. Dije: "Que chingón soy, le traje buena suerte a la Heidy”. Niña de las nieves. Una brasileña euro-americanizada que tocó tierra Azteca… ¡No! No la tocaste así, como toca el dedo de Dios al hombre en la pintura de Buonarroti, de la Capilla Sixtina... Digámoslo mejor, y que éste mexicanito enclenque te hizo tocar tierra mexica (pronúnciese en tu región “meshica”). Lista y expectante ante el patíbulo matrimonial, traslucida. “¿Ficha 239?”… “Con una o dos tortillas, ¿original y copia, salsa caballero?”. Eso sí, sin glucomato monosódico por favor... “Hay de trompita, nana, buche y sesos”. “Sale otra orden de bistec”… For sale by owner.
Y seguí fantaseando al exagerar, colgándote en tu cuello mi vida de amuleto.

Frases de holocausto

Ver y atravesar tu cuerpo, aunque te atraviese el alma...

No me intimidas por la edad. Pero hasta puede ser una explicación de porqué se sale con gente más joven o porqué nos hacemos acompañar por alguien más grande…
El miedo también nos conduce como el caballo a una carroza, y nos pasea...
La juventud es refrescante; se anhela por muchas razones y sin razón. Cuando se tiene se ostenta. A veces es ella, como un pavorreal sin suerte que acaba de cena en nuestro plato…
¿Habrá esencia más joven que la revolucionaria, que el cuerpo obsequioso y el corazón que palpita?

Frases improvisadas, bomberasos que apagan fuegos

Cuando nadie lo creía surge lo inesperado; tú dirás gracias Dios. Yo diría: gracias germen plantado en la oscuridad, olvidado y mal querido, mis inescrúpulos

domingo, 6 de diciembre de 2009

Sale un veintiuno


Este es un boleto de trolebús de la Ciudad de México. Lo tenía guardado en las páginas de Hidalgo Entre la virtud y el vicio. No es un boleto cualquiera, es un veintiuno, un mágico “21”. Esto por la sumatoria del folio 1504902. Lo estoy cambiando por un beso, así lo adquirí y así se estipula su intercambio. Al menos que te toque de suerte en el pasaje del camión: un beso por un veintiuno.
Este veintiuno es de reciente adquisición, de agosto de 2009. No logro recordar si fue cuándo el pasaje valía aún dos pesos, o si fue de los primeros boletos que se expidieron de a cuatro; quesque por la modernización de este transporte. A otro perro con ese hueso. Ella me contó cómo lo había obtenido. Hablaba con su acento extranjero: —Le pedí al hombre que se había subido atrás de mí que me diera su boleto, pues quería ganar tu beso. Y pensé: "me besarás con amor por este boleto" —. Ahí sentí que ésta rubia me quería de una manera extraña y sin parámetros convencionales. La garganta se me cerraba hecha un nudo; la escuchaba, mis ojos hinchados querían desbordarse llorar…
Como un toro de Lidia en el ruedo, lacerado y sangrante; desconocedor que la faena no acaba hasta que se acaba. Así yo.
Me encontraba tendido de espaldas, su boca de ella en la mía, el boleto en mi mano y entonces… Si, y entonces comenzó a cantar: —“Sabes que te necesito Es una emergencia de amor Un sentimiento tan infinito Que parece un inmenso dolor…” —. Su voz de culto, efectiva en la cercanía, de encanto. Estocada maldita destrozaba mi corazón.
Hace unos meses la amazona partió. Creo que extrañaba la humedad de la selva, a sus habitantes rubios de Paraná, y me extrañaba a mí también, al que había conocido antes, por la Internet. El día de su partida me agarró de la camisa con sus puños, como se agarra a un enemigo, de frente, y me dijo: “Dame un beso y olvida que me has besado”.
Seguramente ella viajaba ya lejos en su Arca-avión cuando el cielo de la capital se desbordó con tremendo aguacerazo: “Torrencial lluvia obliga al cierre del aeropuerto”. Así dirían los encabezados de los periódicos del día siguiente. Yo, sabedor que el fin había llegado, me embriagaba para quitarme la amargura de la garganta.
Un beso lo es todo, y es mi suerte el boleto tenerlo para una emergencia.
Sale un veintiuno.

martes, 13 de enero de 2009

Lo gordo del lenguaje

Lo que me cae gordo del lenguaje, es que es tan basto y profuso que uno se pierde al intentar comprender cabal y acertadamente lo que se dice y escribe.
Siempre he catalogado a los tecnócratas y sus poderosos amigos como gente sin escrúpulos e insensible; humanísticamente hablando. Imagina al Secretario de Hacienda Agustín Carstens, decir:
—Chica, desliberalicemos nuestra sexualidad —, o a Billy Gates, en uno de esos días de francachela quincenal, en alguna esquina por ahí de Tlálpan, con una de esas chicuelas, de esas que son necesarias cobijar para que no se pesquen un resfriado, en el punto y aparte de una pinga conversación:
—Querida, déjame accesar a ti —.
El anecdotario es estrafalario y surrealista, lo sé, escribía Ugo Volli:

“Hemos ingresado en la neovulgaridad: en una sociedad de derechas cuya primera
prioridad es rebajar el nivel de comunicación”.

Y yo si brinco cuando escucho a la admirada Aristegui en "W" Radio decir: "accesar", o a mi querida y casi amiga Sandra cuando escribe “desliberalizar la sexualidad”. y choco también como un lebrel cuando olfateo el taxi con olor a vainilla, la ropa con suavizante de los corredores inevitables que intento rebasar en el parque…, y todo, aunque se diga lo contrario huele igual...